miércoles, 27 de octubre de 2010

Desde tu despacho, por Fran Arrieta

Escribo esta carta fundamentalmente para la gente que te conoció mucho mejor que yo, tus compañeros de la escuela, que ahora son los míos; tu familia, de la que sólo he oído hablar… Han sido casi tres años viéndote por aquí, en el despacho que compartías con Josemi, y un año y medio compartiendo asignatura. Ahora ocupo la que era tu mesa, donde todavía quedan papeles tuyos, y a veces siento que la apisonadora de las obligaciones, la tesis, las prácticas… me obligue a mostrar indiferencia ante esto. Como si sólo hubiera cambiado de ordenador. Ojalá que de estar en tu despacho se me pegue esa pasión que tenías por el oficio de investigador y de profesor. Y por África (esa camiseta por la libertad del Sahara), y por tantas otras cosas que desconozco, pero que te hacían alguien especial para tanta gente. Antes ya sentía un poco de curiosidad hacia tu persona, y ahora, que tengo enfrente tus archivadores, tus papeles, la corchera donde todavía hay cosas tuyas, la curiosidad se acentúa y siento no haberte conocido mejor.

Compartir asignatura contigo ha sido una de las experiencias más importantes que he tenido. Sé que me gusta enseñar, y en mi primera experiencia docente has sido uno de mis mentores. He aprendido mucho de la forma en que llevabas las cosas, a no ponerme nervioso con los incidentes que van surgiendo (bueno, a esto todavía tengo que aprender), tu trato con los alumnos, tu manera clara de explicar… Que sepas que este año he heredado el marrón de las prácticas de óptica física, y, créeme, el primer año con el grado en esta asignatura ha sido muy interesante…

En fin, que desde alguien que justo empezaba a conocerte, se te echa de menos. Te recordaré como alguien imprescindible en la escuela y de cuya mano comencé a dar clases. Hasta siempre.

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