jueves, 14 de octubre de 2010

Privilegiada conocedora de los dos mundos, por Natalia Rivas



De la naturaleza el primer verde es oro,
su matiz más difícil de asir;
su más temprana hoja es flor,
pero por una hora tan sólo.
Luego la hoja en hoja queda.
Así se abate el Edén de tristeza,
así se sume en el día el amanecer.
Nada dorado puede permanecer.

ROBERT FROST

Estimada Awita,
Permite que te llame así ya que es el nombre con el que Jesús hacía referencia a ti cuando me hablaba de su niña.
Deseo plasmar en estas líneas lo que tu Papá ha significado para mi y con ello acercarte a conocer un poco más a ese ser tan entrañable que era Jesús.
Yo le conocí en el año 2000. Él impartía el laboratorio de Óptica Física a mi grupo y entre láseres y lentes fue cuando por primera vez hablamos. Nos quedamos charlando al final de clase y le conté que me había cambiado de C.C. Fisicas a Óptica No olvidaré que me dijo que me había equivocado, que en ese momento la carrera estaba enfocada a una visión más sanitaria que física. Llevaba toda la razón, me arrepentí pero continué mi camino y terminé la carrera lo antes que pude.
Durante los tres años que estuve en la escuela charlábamos en los pasillos, nos hacíamos bromas y me fue mostrando su cara más humana. Jesús siempre fue una de esas personas que dan ganas de abrazar fuerte como si de un osito “barriguete” se tratara.
Tres años después coincidimos una vez más como profesor y alumna en la primera promoción del Master que se hacía en la escuela. El impartía la clase de Color, a estas alturas ya sabrás de sus estudios de colorimetría. Las clases no es que fueran amenas, eran divertidas. Llegaba con sus tizas de colores e iba rellenando la pizarra de fórmulas y trazados, de esquemas y dibujos que nos volvían la cabeza loca. El Color siempre ha sido un tema complicado. Lo asombroso y envidiable de Jesús a la hora de dar clase era el ímpetu que ponía al explicar, era como si le fuera la vida en ello. Se desvivía para que sus alumnos entendieran lo que el contaba. Esto es lo que diferencia a un buen profesor de uno mediocre.
Al acabar el Master comencé a trabajar con él y con Dani Vázquez,  te aseguro que me sentí muy afortunada de poder seguir aprendiendo de él fuera de las aulas.
Quedar con él era todo un logro ya que el móvil no lo entendía mucho y no leía los mensajes. A Jesús no le gustaba madrugar y teníamos que quedar por la tarde y eso era si se acordaba del día y hora en el que nos citábamos. Menos mal que Dani si que aparecía y no tenía que largarme a casa con las manos vacías. Daba igual, Jesús aportaba tanto que todo se le perdonaba. Nunca me enfadé por sus plantones ya que él jamás me exigió más de lo que yo podía dar.
¿Y como eran esas reuniones que hacíamos? Bastante densas de materia pero, cómo no, si estaba Jesús siempre eran divertidas. Jesús llegaba siempre tarde con su Vespa azul, el sudor en su frente y sus minipuritos de caja metálica que tardaba una hora en fumar. Siempre decía que tenía que dejar de fumar.
Dani aportaba la parte más práctica del asunto y Jesús… era experto en irse por las ramas, dar vueltas y buscar las “formas más elegantes” de hacer las cosas. Yo le escuchaba muchas veces atónita pero siempre con una admiración que cualquier profesor envidiaría despertar en sus alumnos.
Jesús no es que tuviera mala memoria, yo creo que, como todos los genios, tenía demasiadas cosas en la cabeza.
En su despacho colgó una foto tuya en la pared. Solo tenía que desviar un poco su mirada del ordenador y allí te tenía.
Poco después de que nacieras le mande un mail preguntándote por ti. Te escribo aquí literalmente sus palabras:
Gracias por tu preocupación! Todo ha ido bien, muy bien. Esto es distinto... La mayoría de las veces magnífico, pero otras... En cualquier caso ¡muy contento! No me gusta dar la brasa con estas cosas, pero ya que me lo dices te mando un par de fotos. Al menos que sirvan para que la gente sepa (no lo digo por ti, evidentemente) que el llamado "tercer mundo" aporta cosas tan buenas, o mejores, como el "mundo desarrollado". Esta lucha, de momento, está perdida. Aunque, algún día lo conseguiremos... De eso se encargará Awita, privilegiada conocedora de los dos mundos. ¡¡Buff!! No ha terminado casi de aterrizar en el mundo y menudo marrón le estamos endiñando.
Me he sentido triste por la muerte de Jesús, he sentido rabia y frustración pero ante todo me siento desgraciada por no poder seguir aprendiendo de él, no solo en el campo de la física, también en el campo humano.
Seguiré admirándole en la distancia y seguiré sintiéndome afortunada por haber pasado un breve tiempo de mi vida cerca de él.
Awita, siéntete orgullosa del padre que tuviste, que tienes, ya que parte de tu sangre pertenece a un ser asombroso que desprendía humanidad por todos los poros de su piel.
¡Jesús, tú sigues siendo dorado!

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