miércoles, 27 de octubre de 2010

Desde tu despacho, por Fran Arrieta

Escribo esta carta fundamentalmente para la gente que te conoció mucho mejor que yo, tus compañeros de la escuela, que ahora son los míos; tu familia, de la que sólo he oído hablar… Han sido casi tres años viéndote por aquí, en el despacho que compartías con Josemi, y un año y medio compartiendo asignatura. Ahora ocupo la que era tu mesa, donde todavía quedan papeles tuyos, y a veces siento que la apisonadora de las obligaciones, la tesis, las prácticas… me obligue a mostrar indiferencia ante esto. Como si sólo hubiera cambiado de ordenador. Ojalá que de estar en tu despacho se me pegue esa pasión que tenías por el oficio de investigador y de profesor. Y por África (esa camiseta por la libertad del Sahara), y por tantas otras cosas que desconozco, pero que te hacían alguien especial para tanta gente. Antes ya sentía un poco de curiosidad hacia tu persona, y ahora, que tengo enfrente tus archivadores, tus papeles, la corchera donde todavía hay cosas tuyas, la curiosidad se acentúa y siento no haberte conocido mejor.

Compartir asignatura contigo ha sido una de las experiencias más importantes que he tenido. Sé que me gusta enseñar, y en mi primera experiencia docente has sido uno de mis mentores. He aprendido mucho de la forma en que llevabas las cosas, a no ponerme nervioso con los incidentes que van surgiendo (bueno, a esto todavía tengo que aprender), tu trato con los alumnos, tu manera clara de explicar… Que sepas que este año he heredado el marrón de las prácticas de óptica física, y, créeme, el primer año con el grado en esta asignatura ha sido muy interesante…

En fin, que desde alguien que justo empezaba a conocerte, se te echa de menos. Te recordaré como alguien imprescindible en la escuela y de cuya mano comencé a dar clases. Hasta siempre.

martes, 26 de octubre de 2010

Sin título, por María Jesús Santurtún

Conocí a Jesús en la Escuela de Óptica. Él, embarcado en su tesis doctoral, recurría a la biblioteca en busca de los documentos que no se localizaban en la Universidad Complutense o en las instituciones relativamente próximas. Así dicho, no tiene nada de particular. Sin embargo, él era completamente diferente.

Cuando buscaba un artículo, me pasaba la referencia e inmediatamente después, o antes o a la vez, pues no importaba, se lanzaba a explicarme la idea que le rondaba, la importancia de aquel documento para aquella tesis perfilada y se desplegaba con las palabras y los gestos, la inclinación de cabeza, con todo, de manera que a los dos minutos él navegaba en una esfera a la que yo no llegaba ni podía seguirle pero, a la vez, de aquella manera suya, tan única, te embarcaba en la magia de su ilusión, no importaba no comprender el razonamiento técnico ni falta que hacía, solo había que dejarse llevar por su pasión para estar absolutamente convencido de que se conseguiría lo que fuera y allí donde estuviera. Recuerdo una vez que bajaba a su encuentro con un artículo largamente perseguido, escrito a máquina y en un papel de difícil clasificación. Abrí la puerta del despacho y sin decirle nada alargué las hojas, su cara, sus ojos, sus manos, envueltos en su eterna nube de humo; fuimos a celebrarlo con unas cervezas. A raíz de ahí bromeábamos con aquella tablilla en escritura cuneiforme que sería el próximo objetivo y que, sin duda, encontraríamos porque era él quien hacía que fuera posible.

Buscar lo imposible, tocar lo inalcanzable, Y ahora…, Jesús, hasta siempre.

Una representación del color, por Berta García Fernández

Tuve la suerte de ser testigo de su enseñanza y conocer su característico estilo de comunicación. Se preocupaba por cada uno de los detalles de los temas que analizaba e insistía para que todos entendiéramos el maravilloso mundo del Color, una de sus especialidades. Sus lecciones y su apoyo fueron suficientes para apreciar sus conocimientos, su dedicación y sus valores.

También tuve la suerte de poder conocerle lo suficiente para captar su humanidad escuchándole hablar de sus proyectos de vida, de su arte, de sus ilusiones e incluso de sus quejas.

Una persona transparente, una de las representaciones del Color.

lunes, 25 de octubre de 2010

Cambio de horario del acto de homenaje

Atención: el acto de homenaje a celebrar en la Escuela el próximo 19 de noviembre comenzará a las 12 horas.

Carta para ti, por Ferdulis Zita Odome

Han sido momentos intensos y completos desde aquel año en el que tú y yo sabemos que pisaste Senegal y que allí nos conocimos. A través de ti he descubierto la cultura occidental de otra manera. Y creo que tú también la africana de forma más directa. ¡Qué de prejuicios hemos tenido mutuamente! ¡Cuánto nos hemos reído de estos mismos!

Te enamoraste de mi cultura, y tanto, que ha habido momentos en los que he llegado a sentir celos por estos quecos, como afectuosamente los llamabas. Los quecos. Tus quecos. Estas estatuillas que para mí representaban unas piezas más, una mera expresión de nuestra cultura, estos trozos de madera esculpidos de “utilidad” para servir en los rituales para los que están destinados.

Para ti no era solamente eso, era mucho más que eso. Para ti eran objetos mágicos, entrañables con los que creo que te comunicabas.

Y a través de ti, de este amor por los quecos, tus quecos, he aprendido a mirarlos de otra manera, “con ojos nuevos” y he sabido que como bien dice Octavio Paz (cito): “Nuestra naturaleza es inseparable de la cultura: y la cultura es las culturas”. Tu cultura ya no era a partir de entonces únicamente la española sino la gabonesa.

Awita, nuestra hija, con dos años ya sabe nombrar las etnias de algunos pueblos de Africa y este mérito no es precisamente por mí.

Me acuerdo todavía y no quiero, no debo, no tengo, no puedo olvidarme de estos momentos tan íntimos entre ella y tú, cuando la llevabas a ver, a jugar, a hablar, a tocar, a familiarizarse con estas piezas…

Tú y yo éramos un equipo, un tándem. Nos podíamos odiar y al minuto siguiente retomar nuestros proyectos como la exposición NEGRO. Arte Centroafricano que ya ha está más que en marcha. Eras una persona alentadora y por ti, contigo he llegado a superarme. Qué de dudas hemos solventado. Qué de veces he querido abandonarlo todo y tú, con tu ímpetu, tu osadía, tu cabezonería he tenido que avanzar, luchar y no dejarme llevar por los conformismos.

Yo no sé si llegaré hasta el final. Sólo tú sabes lo que vivo, cómo lo vivo y cuánto lo sufro. No me hace falta gritar delante de nadie, no es necesario que llore para emocionar a nadie. Muchos admiran mi ¿fortaleza?, mi valentía, mi frialdad pero no es así, las circunstancias y los contextos me han formateado así y yo sólo me he resignado a aceptarlo. Frente a situaciones adversas e irreversibles a veces no hay más remedio que la resignación.

Si quiero seguir adelante, y hacer como si no hubiese ocurrido nada es por esta fuerza que supiste trasmitirme.

Si debo levantarme por la mañana para llevar a Awita al cole es para que tenga un futuro, el que quisiste por ella.

Si he de despertarme y continuar las iniciativas emprendidas y los compromisos adquiridos es por no huir de nada y de nadie. Quiero asumirlo todo porque así lo hubieses hecho también.

Mi llanto -y mis alegrías vividas contigo- los llevo dentro porque ahora vives en mí. Te llevo dentro y con eso, me quedo con lo mejor, nuestras ideas.

Ahora más que nunca, tantas dudas se lidian en mí. Una lucha sin par. A veces dudo. No quiero avanzar ya. No quiero aceptar que lo he perdido todo. Pero tengo que hacerlo. Ya no hay más remedio. Qué dilema más grande. Porque está Awita. Se acuerda mucho de ti. Quiero que se acuerde de ti. Y por mi parte puedes estar seguro de que así será, (y sé que de eso no tienes la menor duda). Ya sé que no dudas de que no se olvidará de este papá tan especial que tiene. Espero que ella tenga los mismos valores que tú. Ya estoy viendo algunos. Es muy sociable. Lo que habla ya (como tú). Anda qué cabezona (¡¿no será por que lo lleva en la sangre!?)

Contigo, he sabido aprender que “ninguna tierra es exilio, sino otra patria.” (de Séneca). Pero si bien es así, permíteme decirte que tú no has nacido para un solo rincón. España y Gabón son tus patrias.

Odome Angone

Sobre la generosidad, la colorimetría y otras cosas, por Eusebio Bernabeu

1.- De la Generosidad
Tener a Jesús Zoido Chamorro, como amigo, compañero y discípulo me dan la oportunidad de poder transmitir ahora las sensaciones y sentimientos que su recuerdo y presencia me suscitan. Para mí Jesús fue un amigo y compañero generoso en el sentido pleno de lo que la generosidad es. Es decir, anteponer siempre la amistad a la utilidad y el interés, con largueza, liberalidad y la sencilla grandeza de inclinación natural por ello.

La palabra “generosidad” incluye el término “gen” que también lo encontramos en las palabras “género”, “generación” y “generativo”. Del latín genus y del griego genos, se refiere al hecho de pertenecer a una clase, a un grupo. La generosidad es una dar que viene de saberse parte de ese vínculo íntimo que la amistad y la proximidad suscita. La generosidad actúa desde el convencimiento –no desde el sentimiento- de que a todos a los que el generoso se entrega, presta con su presencia, con su ayuda son “parientes” y pertenecen a su familia, a su “gen”, a su clase. Para Jesús esa clase o grupo amplio era extenso, se desparramaba en sentido abierto, creando por doquier amigos y conocidos, que le correspondían, que le corresponden; pues, la generosidad crea la propia unión de los que creen y usan de ella.


Después, lo que queda, es el bien intangible transmitido que la figura de la nobleza enaltece en el recuerdo al excelente amigo que te la regaló en extremo, con la singularidad natural de la sencillez prestada.

No resulta sencillo de analizar los orígenes y las causas de la generosidad: nobleza de sangre, sencillez de espíritu, sensibilidad de alma,… pero lo que sí me parece claro discernir es que a la generosidad se puede llegar por el dolor sentido y superado. Pues el dolor es como una permanente oración que puede forjar y templar el ánimo para una especie de compasión universal, de pretender remediar o paliar la necesidad ajena en un sentido sin fronteras, para aceptar y compartir a cualquier persona, sin importar cuál ha sido su trayectoria, o su condición. En ese sentido creo ver en Jesús un ejemplo a seguir, una disciplina que incorporar; porque no creo que esa generosidad de la que hablo salga de manera espontánea, sino que se gana con el perdón, la humildad y la entrega. ¡Imponente legado y continua tarea nos dejas!, Jesús. Gracias.

2.- De la Colorimetría


La Colorimetría es una parcela del conocimiento abstracto que pretende dar respuesta cuantitativa al comportamiento sensorial de la percepción visual del universo de colores en que como humanos nos envuelve.


Muchos e importantes son los científicos intelectuales, que se ha sentido llamados a esclarecer y crear esta ciencia y técnica del color: de Aristóteles a Goethe y Le Parc en lo conceptual; Newton, Delacroix, Blay, en la experimentación natural; Lambert, Runge, Munsell, Ostwald, Hickethier, MacAdam, Wyszecki en las normativas de tecnología cromática, y Helmholtz, Schrödinger, Hering, Judd en lo estructural, son nombres bien conocidos y establecidos a los que Jesús Zoido Chamorro convino en asociarse. Y digo esto con el convencimiento cierto de que la aportación de Jesús a la Colorimetría es muy relevante para situarla en la línea de los grandes científicos que la han venido estableciendo. Como director de su Tesis Doctoral puedo dar fe de como conforme sus resultados tomaban cuerpo, él era consciente de la envergadura de sus logros y de la dificultad de penetración que en el “mercado” científico podían presentar, cuanto que conturbaban mejorando –mejor dicho superando- las bases de colorimetría diferencial establecidas hasta el momento. Afortunadamente para nosotros Jesús y yo no estuvimos solos: Fernando Carreño, riguroso discípulo mío, compañero y amigo entrañable de Jesús nos acompañó. La aportación de Fernando fue importante, pues le sirvió a Jesús de continuo apoyo científico y le fortaleció en la perseverancia para culminar su Memoria Doctoral. Recuerdo ahora las dificultades que Jesús me llevó atender, cómo juntos fuimos buscando apoyo de colegas amigos de la Facultad de Matemáticas donde nuestros conocimientos no alcanzaban. A pesar de mis esfuerzos por comprimir su Memoria Doctoral la labor que realizó Jesús fue extensiva y su Tesis Doctoral fue una Memoria auto-consistente, de gran valor científico y exhaustivamente probatoria de su aportación original.


La colaboración de Jesús con Fernando Carreño encontró un fruto de continuidad en la codirección de la Tesis Doctoral de José Miguel Ezquerro. Jose Miguel dio un paso estamental a los resultados de las ideas iniciales planteadas por Jesús en su Tesis, al analizar la influencia de las funciones de igualación de color en la percepción colorimétrica absoluta y relativa de estímulos de color. De esta colaboración resultaron un buen número de publicaciones en las que obviamente Jesús contribuyó fuertemente y con la generosidad siempre natural en él.


La colorimetría diferencial tiene como objeto construir una métrica y una geometría que dé cuenta de la capacidad discriminativa de diferenciar dos colores. Ello lleva consigo una trascendente repercusión tecnológica, a la que tampoco éramos ni somos ajenos. De ahí nuestro ahínco y preocupación por validar y contrastar la validez de nuestra apuesta. Con ocasión de viajes al extranjero y también en España fui exponiendo a colegas especialistas de confianza lo que Jesús estaba construyendo. Es de destacar el apoyo, comprensión e interés que Manuel Melgosa y Enrique Hita le depararon. Todos me mostraron una acogida favorable, una confianza propicia a los resultados y metodología, pero me añadían a renglón seguido que estos trabajos tambaleaban las bases mismas de la colorimetría y que, aunque se palpaba ya en el ambiente científico deseos de revisión, el cambio y las nuevas ideas de Jesús y de otros científicos en igual línea tardaría más de 15 ó 20 años en calar.


Es bien conocido que o el inicial trabajo experimental sobre las diferencias cromáticas representadas en porciones pequeñas del espacio CIE 1931 y del ajuste empírico llevado a cabo MacAdam en 1942 plasmado en las llamadas “elipses de MacAdam” (1), que posteriormente en 1949 y 1951 fueron extendidos a todo el espacio cromático en los conocidos “elipsoides de Brown-MacAdam” (2), han marcado el camino hacia los pretendidos espacios uniformes de color como: CIELAB, CIELUV y SVF (3). Modelos de apariencia cromática que se han venido aplicando en toda la repercusión tecnológica de la colorimetría: iluminación, escáneres, fotografía, artes gráficas, colorantes industriales, pinturas, alimentación, TV, biomedicina, analítica, genómica, entre muchas.


Pues bien, la distancia estadística generalizada aplicada al espacio cromático introducida por Jesús Zoido permite la medida cuantitativa de la variabilidad entre observadores o entre distribuciones espectrales metaméricas. Sus resultados evidencian la deformación de las llamadas “elipses de MacAdam”, y que la útil abstración aproximada de las elipses no es suficientemente válida, ni consistente (4, 5).


Menos conocido es una tarea tecnológica de carácter aplicada realizada por Jesús en relación a la Colorimetría Industrial de ámbito muy cualificado. Se trata de la metodología de calibración colorimétrica de cámaras CMOS basada en la técnica del símplex y tomando la variabilidad entre las matrices características de sistemas de representación optimizados (6). Trabajo inédito de Jesús que pensé inicialmente compilar y publicar para esta ocasión, pero el espacio limitado en el texto y, sobretodo, el poco tiempo disponible no ha hecho posible esta labor ahora. Tarea que queda pendiente en su honor a su Memoria.


3.- Otras cosas


Al término de su Tesis Doctoral sucedieron muchas cosas que me llevaron a la conveniencia decidida, contrastada con Fernando y otros buenos amigos de nuestro grupo (Daniel, Jose, Javier,…), de que Jesús Zoido hiciera una estancia postdoctoral lejos de España. Tuve la oportunidad de enviarle a la Universidad de Harvard, bajo el amparo de Glauber, entonces ya emérito, y allí Jesús tuvo la ocasión de ponerse en orden sus ideas, preparar parte de las publicaciones que aún quedaban pendiente de su Tesis e iniciar otras inclusiones en otros ámbitos de la Física, como extensión natural del formalismo de la métrica colorimétrica por él establecido. En esta etapa posterior a su regreso de USA Luis Lorenzo Sánchez Soto le acompañó y animó en su atención, siguiéndole también por mí parte . ¡Lástima que los avatares del día-día, las clases, y amplio devenir nos hayan impedido conocer hechas gran parte de estas posibilidades por él desbrozadas! Pero ahí están sembradas por él y esperando un día a alguien o mejor alguno de nosotros, tal vez…


Pero antes de todas estas cosas y aún de su tesis, Jesús ya había realizado muchas otras cosas entre nosotros. Inicialmente, junto con nuestro siempre recordado Jose Luis Escudero y de nuestro común buen amigo Hector Guerrero, que le confería entusiasmo, se inició en la caracterización de LEDs, Jesús le apoyó bien dispuesto sen la caracterización y ensayos de fibra óptica plástica (Optipol) (7), después en su implementación tecnológica en señalización, que luego retomaríamos ya él Doctor en la mejora de sistemas de paneles de mensaje variable y en otras aventuras puntuales de iluminación y colorimetría, junto con Daniel Vázquez, Antonio Álvarez Fernández-Balbuena y otros. A Jesús recurrimos al alimón Daniel y yo con frecuencia, buscando una necesaria continuidad en su labor, y una colaboración fiable y rigurosa. Y de buen seguro que ahora estaríamos embarcándonos juntos en otra nueva aventura, si es que nos se nos hubiera ido. Realmente, Jesús, notamos y notaremos tu ausencia.


Pues bien, continuemos. Esta es nuestra ofrenda a tu memoria.


REFERENCIAS


1.- D.L. MacAdam: "Visual sensitivities to color differences in daylight", J. Opt. Soc. Am., 32, 247, (1942).

D.L. MacAdam: Color Measurement. Springer-Verlag. Berlin Heidelberg, 1981 y 1985.


2.- W.R.J. Brown y D.L.MacAdam: "Visual sensitivities to combined chromaticity and luminance diferences", J. Opt. Soc. Am., 39, 808, (1949).


W.R.J. Brown: "The influence of luminance level on visual sensitivity to color differences", J. Opt. Soc. Am., 41, 684 (1951).


3.- Por citar bibliografía general reciente: P. Capilla, J.M. Artigas y J. Pujol: Fundamentos de Colorimetría. Universitat de Valencia. Valencia, 2002. Cap. 4 (P. Capilla y M.J. Luque: "Discriminación cromática y diferencias del color").


4.- J.M. .Zoido, F. Carreño and E. Bernabeu: "The characteristic matrix of a color detction system", J. Appl.Opt. 34, 1938 (1999). "On MacAdam´s ellipses", Opt. Pur. Apl. 29, 81 (1996). "Some consideration on MacAdam ellipses", Die Farbe, 43,1(1997).

5.- J.M. Zoido: "Optimization of color-representation systems when comparing differnt observers", Color Res. Appl., 25, 416 (2000).

F. Carreño and J.M. Zoido: "The influence of luminance on color-difference therholds", Color Res., 26, 362 (2001). "The Weber fraction and asymmetries in the luminance thesholds", Color Res. Appl., 27, 330 (2002).

6.- Proyecto Eureka ACOBRICO: para ELDIN de Francia. 2004-05.


7.- H. Guerrero, J.M. Zoido, J.L.Escudero and E. Bernabeu: "Characterization and sensors applications of policarbonate Optical Fibers", Fiber and Integrated Optics, 12, 257 (1993).

viernes, 22 de octubre de 2010

¡¡¡Joder, Juan, no me llames Tapón!!!, por Juan Lanchares

A Tapón le conocí cuando rondábamos los 12 o 13 años. Y mi recuerdo de este encuentro se divide en dos partes claramente diferenciadas. Primera parte. Me encontraba en los pueblos abandonados de Guadalajara, haciendo lo que nosotros llamábamos un supuesto táctico, que viene a ser lo que ahora se llama un paintball, solo que en lugar de usar pelotitas de pintura usábamos petardos. Él y yo pertenecíamos a bandos enemigos. Por la noche me tocó salir a atacar su pueblo. Después de recorrer unos 10 km llegamos a un puente de madera al final de cual estaba el pueblo que teníamos que asaltar. Empecé a cruzarlo y de repente se escuchan gritos: ¡!alarma, alarma, el enemigo está aquí!!, corrí y me tiré encima del pavo que nos está descubriendo. Le inmovilicé e intenté taparle la boca pero él seguía gritando. Le dije: “las normas dicen que si te cogen prisionero no puedes seguir gritando” y para mi asombro se calló automáticamente. Le cogimos prisionero y nos volvimos a nuestro pueblo. Jamás he tenido una marcha tan infernal. Nuestro prisionero era un pavo bajito, algo gordito, con gafas, algo desalineado que automáticamente pasó a ser denominado Tapón. Los 10 km de vuelta nos los pasamos empujando al pavo para que anduviera, y él lo único que hacía era quejarse, lloriquear, decir que no podía más, que le dolían mucho los pies, que le habían salido ampollas. El pavo de marras llevaba las botas desabrochadas, no había manera de hacerle andar. Me pasé la vuelta empujándole. La marcha que podíamos haber hecho en una hora y media la hicimos en casi tres horas. Yo creía que le mataba.
Segunda parte. Un par de semanas más tarde. Teníamos proyectada una marcha por el monte. Y ¿a quién me encuentro en el grupo? Al chaval bajito y regordete. Los que ya éramos veteranos no podíamos dejar de comentar:  “vaya marcha nos espera, este blando va a estar lloriqueando todo el fin de semana”. Y empezó  la marcha. Llega la primera subida , y coge el bandido y empieza a tirar como alma que lleva el diablo, sin parar, sin descasar, sin quejarse, sonriendo, cantando, dando ánimos, preguntando a los más débiles si querían que les llevara el macuto. ¡¡Joder con el Tapón, que tío más duro!! En un momento dado me acerqué a él y le dije, joder, Tapón, con lo castaña que estabas el otro día hoy estás hecho un jabato y él me contestó “el otro día estaba en mi papel de prisionero y la misión de un prisionero de guerra es entorpecer la actividad del enemigo y en el mejor de los casos escapar”.  Aquella misma noche reunidos alrededor del fuego nos hicimos amigos para siempre
Desde aquellos primeros días mi vida ha estado ligada a la de Tapón. Simplemente éramos inseparables. Con él me tomé mi primera cerveza (mahou, por supuesto), me fumé mi primer celtas corto sin filtro y mi primera pipa (con picadura de tabaco). Juntos íbamos al monte, como íbamos nosotros, lloviera o nevara sin tienda.  Dormir a pelo, lo llamábamos. Con él pasaba los fines de semana que no estábamos en el monte, muchos de ellos en el sótano de mi casa, hablando de mujeres, discutiendo interminablemente sobre cómo hacer un mundo más justo o como salvar a la patria. Y por supuesto consumiendo todas las reservas de espirituosos que tenía mi padre. Con él pasaba las vacaciones de verano y de semana santa y de navidad y los puentes...Por él me hice físico, con el empecé a jugar al rugby (“oye juan, este año tenemos que hacer algo, ¿nos metemos a la tuna o nos metemos al rugby?”, y yo le dije ”vamos al rugby, que no nos veo con leotardos"). ¡¡Lástima, que gran talona perdimos!!
Después de casi 35 años de conocerlo lo que me sobran son anécdotas, pero ninguna de ellas me parece lo suficientemente enjundiosa para describir cómo era, ninguna abarca toda su personalidad y por lo tanto no sirven para explicarle a su hija el excepcional ser humano que era su padre. Por eso, en lugar de contar ricas anécdotas voy a describir en unos breves párrafos como era para mí.
Generoso, siempre estaba dispuesto a echar una mano para lo que fuera. Recuerdo una época que yo estaba sin un duro y él, que tenía menos que yo, me ofrecía lo poco que tenía para que yo pudiera sobrevivir.
Alegre. En todos estos años no recuerdo haberle visto enfadado nunca. Algo mosca puede que sí, pero enfadado de verdad nunca. Siempre de buen humor, siempre sonriendo, siempre intentando sacar algo positivo.
Sabía escuchar como nadie. Me gustaba quedar con él a contarle mis problemas porque era capaz de escucharte durante horas, sin cansarse, atendiendo a cada palabra, poniéndose en tu lugar, dándole a todo su justa importancia.
Noble como él sólo. Todo lo hacía de frente. Si tenía que decirte que eras gilipollas o que estabas haciendo las cosas mal te lo decía sin reparos.
Tenía profundo sentido de la justicia.  Si entendía que algo era injusto se partía el pecho por enderezar en entuerto.
Apasionado y terco con su trabajo. Podía estar horas, noches, días enfrascado en la resolución de uno de esos problemas que eran auténticas galimatías para mí.
Duro como una roca. Le recuerdo en marchas de 40 kilómetros, o de 18 horas consecutivas sin parar, y el tío no decía ni mu. Todo lo contrario, animando, ayudando a todo el que le necesitara. O los placajes que metía cuando jugaba al rugby de ala, rompiendo a los pobrecitos alas contrarios.
Era valiente. Todavía recuerdo un día que había quedado con él y llega con la cara toda morada. “Coño, Tapón, qué te ha pasado”. Pues un grupo de descerebrados había roto el cristal de Maudes mientras estaba con sus fotografías. Ni corto ni perezoso salió y se lió a maporros con los 5 o 6 pavos. Y, claro, le dieron una paliza de cuidado. Pero él siempre lo recordaba riéndose y diciendo “pille a uno, le agarre del cuello me fui al suelo con él y mientras que el resto me pegaba a mi yo le puse la cara que parecía un ecce homo”.
Profundamente amigos de sus amigos. Para él la Amistad se escribía con mayúsculas. Por un amigo era capaz de hacer lo que fuera.
Y como no, excelente compañero de correrías y tabernas.
En su contra he de decir que para él no existían los relojes. No recuerdo ni una vez que no haya quedado con él y haya llegado tiempo ¡¡si llegaba!!
Debido a las vueltas que da la vida, empezamos a vernos cada vez menos, él con sus cosas, yo con las mías. Los dos éramos un poco dejados para el teléfono. A los dos nos costaba llamar para tomar una cañita. Los dos teníamos el despacho en físicas, él en la cueva, yo en la tercera planta y apenas nos veíamos. Pero ¡¡ay, amigo!!, el día que nos cruzábamos a la puerta de la facultad estábamos perdidos, porque ya nos enganchábamos hasta las seis de la mañana. Y si algo tenía Tapón es que podías estar años sin coincidir pero el día que coincidías era como si hubieras estado con él el día anterior.
El último día que me enganché con él fue el día que inauguró la exposición de mascaras africanas. “Tapón, tomate una cervecita que me tengo que pirar”, “espera un segundo”. Esta letanía empezó a la una de la tarde. Por fin, a las 7, quedamos en un bar a tomar unos chismes. Ese fue el último día que le vi. Estaba feliz, lleno de fuerza de vitalidad, de proyectos e ilusiones. Gracias Ferdulis. Gracias Awita. Sé que gracias a vosotras, Tapón recobró su tono vital y volvió a ser el que siempre fue.
Epílogo
Hace ya unos cuantos años me dijo un día: "Oye, Juan, te voy a pedir un favor, no quiero que me llames Tapón”. Pero después de veintitantos años llamándole Tapón me resultaba difícil llamarle de otra forma. Desde entonces nuestro saludo era siempre el mismo, “qué pasa, Tapón, cómo te va” y él decía “joder, Juan, no me llames Tapón”.
Se nos ha muerto el bueno de Tapón. He perdido a uno de mis mejores amigos. Su ausencia hace estragos en mi ánimo.  Con él se ha ido parte de mi niñez, de mi adolescencia, de mi juventud  y mi madurez. En realidad parte de mí ha muerto con él. Para mí es un privilegio y un honor ser su amigo. No creo en cielos, ni en infiernos ni en el más allá. Pero por si las moscas  pican: un abrazo y un beso muy fuertes, AMIGO Tapón.
¡¡¡¡¡¡JODER, JUAN, NO ME LLAMES TAPÓN!!!!!!

Zoido, por Carlos Torets

Difícil me es imaginar, tras un largo día de trabajo,  surcar por fin la salida de una escuela desterrada, y en su poste no esté atado el unicornio azul chapado. Antes de huir la agonía me cubría, pero al ganarla… una leve parada, una tranquila mirada, respiraba hondo…; es curioso,  un cacharro azul me tranquilizaba. Sí…, la montura era de un genial caballero que sin cordura continentes cruzó. No era grande su envergadura pero tenía voz de sabio, que no de viejo; su mirada era implacable pero sincera y las lupas que llevaba realzaban sus enormes pupilas con las que te absorbía. Licenciado y Doctor de las Ciencias Físicas era, aunque sinceramente yo creí que de la misma vida. Maestro más que profesor, porque no escupía la lección, porque se valía de las curiosidades de la misma materia para enseñar, de la resonancia  generada en sus pupilos por cualquier disciplina que él pretendía mostrar, porque como un buen samaritano a lo más hondo del pozo bajaba cuando alguno de sus pupilos era cegado por la sed de un conocimiento no vano, porque ni la luna perturbó lección alguna, porque como tutor un espectro de ideas reflejó. Con tal peculiar ser humano jamás mantuve cuestión baladí alguna, ni en la misma cantina, todo lo que con él trate tuvo su relevancia oportuna. Aunque nadie habla de una de sus algarabías, de sales de argenta se valía para plasmar momentos de la vida. Con lentes luminosas atrapaba hechos que denunciaba. Cronista de músicos y juglares fue, de ahí su refinada cultura. Era humilde caballero pues de su arte no presumía, pero fue el arte de otra región el que antepuso al suyo propio, embaucado por ellos quedó y tanta fue su pasión que familiares suyos ahora son. Esta tierra fértil es, tanto para el bien como para el mal, la malaria campa a sus anchas sin piedad, pero no será rival para nuestro caballero pues su primogénita será una más que la derrotará, de su familia jamás la apartará.

Tierra virginal y tierra corrompida, diamantes y moho grita Baez la juglar, un jing-jang que nuestro caballero respetaba pues una posible vida allí ilusionaba, aunque podría haber sido perseguido por las ideas que portaba.

Envidia me dan sus amistades (sana) por el conocimiento y roce que tenían de su persona, por el disfrute de sus cábalas y el calor de su pasión y comprensión, pero el tiempo se esfumó y en energía se convirtió; que nadie derrame lagrima alguna por nuestro caballero, pues la energía ni se crea ni se destruye y como movimiento pendular sin rozamiento alguno, que surjan sus imágenes en nuestra memoria, que  observemos y mostremos las que en argenta plasmó, pues allí cayeron sus ideas, su alma y su corazón y que mire su primogénita en su interior cuando las líneas de este humilde pergamino lea, porque sabrá de que pierna cojeaba aquel que la engendró.

Pero no hay caballero que solo lleve a cabo sus gestas, con apariencia de escudero un hombre noble y valiente siempre le acompañaba. Famoso era éste por su valentía en un deporte campestre, no solo de entrenador ejercía pues un día hasta quebrosé sus costillas.

Su nombre era igual al del profeta que a un león se enfrentó, de la misma manera que él se enfrento al destierro de nuestra escuela. Equipo peculiar formaban y el mundo de color, pintaban.

Una vida sin igual nuestro caballero labraba, lo mismo a un huérfano primate cobijaba que a los niños juguetes regalaba. Una leyenda le hicimos, pues su espíritu clandestino nos embargaba, si hubiera sido comandante un ejército con él hubiéramos formado y si no... Yeyo y yo en mil espejos nos hubiéramos reflejado. Un gran espectro le avalaba, la biblia del color escribió y como pilar de la tierra explicó si hubiera sido griego λoido se hubiera llamado.

Un episodio he de contar, la última cena que para mí esta si es sagrada. Maestros de maestros se juntaron, con vino y carne fresca festejaron. Un mancebo pucelano aposentose cerca del caballero, antes de embriagarse quedo éste impresionado por la calidad de persona que tenía al lado. Palabras intercambiaron, ambos dos talento poseían pero todo quedóse en valientes utopías. Después todos buscaron cantina frecuentada, el Iron se llamaba. Lugar de reunión de maestros de maestros, uno de ellos de la música se ocupaba; a sus clases yo asistí, con códices imágenes trataba pero lo que más me impresionaba es que en un pelo la luz atrapaba y por doquier era guiaba.

Ésa fue la última vez que con mi maestro hablé, mil y una cosas privadas y utopías envalentonadas. Últimamente me acordé de él pues a tierras helenas viajé, allí vi mancebos muy comprometidos con el ser humano y con ellos mismos, principios del maestro que le hubieran gustado ver reflejados.

Ya no he de imaginar, nuestro centinela ya no está. ¿Por qué un estudiante singular no  marcha tranquilo a la hora de cenar? Porque el que mencionamos  sin saberlo, con sus principios, por nosotros velaba. Y al comendador de nuestro feudo le pido, que un unicornio azul chapado plante en la misma entrada de mi escuela desterrada para que la leyenda de mi maestro por un juglar siempre sea contada.


Todo esto... ¿carece de valía? Puede ser leyenda, ¡verdad o mentira! Sólo depende de la fase de la interferencia que provoque la lente con la que miras.

Yo pude disfrutar, pues con Jesús Zoido siempre pude hablar y por si no lo has adivinado yo formé parte de su alumnado y no me llena de orgullo y satisfacción sino de alma para los momentos apropiados.

Ubi est mors victoria tua, por Goyo Rivas

¡No te vayas, que está a punto de llegar el Físico! Yo contesto: ¡No, si por eso me voy, porque viene y luego me lía! Qué fácil era “liarse con él” y que te diesen las tantas de la mañana en el Iron…

A la entrada del Rectorado de la UCM existe la siguiente inscripción en latín “Ubi est mors Victoria tua”, haciendo una traducción libre, “¿Muerte, dónde está tu victoria?”. Cualquier muerte siempre significa una pérdida y, fraseando a un amigo mío, hay muertes que no sólo causan el desconsuelo del entorno del fallecido, hay muertes que significan algo más, la muerte del potencial que tienen algunas personas para hacer cosas y, cosas diversas, esto es lo que los hace “geniales”, éste es el caso de Jesús. En honor a la verdad el día que me dijo, haciendo una montón de aspavientos (como era él): “Goyo, voy a montar una exposición de arte africano, ¡qué coño de arte africano!, esto no es arte, estos son los útiles que usan para hacer sus rituales, son como las sartenes que tú tienes en tu casa…”, la verdad es que pensé: “bueno, ya está Jesús con sus historias…”, pero ahí está (estuvo) la exposición, y en mi modesta opinión, una maravilla. Los que conocimos a Jesús, sabemos, que era una persona que ponía el máximo empeño en las cosas que se proponía, ahí queda “la madre de todas las tesis” (como bien la bautizaron César y Cristina). Yo, que trabajé algunos años en la Secretaría de la Facultad de Físicas, nunca encontré una tesis en Física con dos volúmenes y un total de 800 páginas. Pues así era Jesús, todo a lo grande, generoso, amigo de sus amigos, y enemigo acérrimo de la injusticia, mejor dicho, de los injustos, ciudadano del mundo (como le gustaba decir), meticuloso y un poco “cabezón”, gran conversador (sobre todo con una cerveza al lado), persona con criterio, alegre, comprometida… en definitiva… buena gente. Recuerdo el día antes de su oposición a la plaza de Titular de Escuela, que vino muy preocupado y me dijo “Goyico (me he dado cuenta que nos cambiaba el nombre, y esto, por lo menos a mí, me gustaba, me hacía sentirme querido), necesito un sitio para ensayar mi lección magistral para mañana”, conseguí hacernos con la Sala de Grados de Físicas y como no tenía a nadie para el ensayo, me quedé con él y allí, tiza en mano, como a él le gustaba, me dedicó su “lección magistral”. Hoy, Jesús, me doy cuenta que toda tu vida fue una gran “lección magistral”.

¡Ponme otra, que el Físico hoy no me lía!

Se te echa de menos, Jesús, por Fidel Zoido

Ya han pasado... ¿Cuanto...? ¿Más de tres meses...? Toda una eternidad para comenzar a notar la perdida irreparable de tu presencia en mi vida. Creo que fuimos buenos amigos, casi siempre juntos, a las duras y a las maduras. Digo casi siempre porque en la última etapa de tu vida nos distanciamos un poco, ambos formamos familia y continuamos por caminos separados, que no es lo mismo que alejados. No hacía falta terminar de pedir ayuda para vernos juntos haciéndole frente a cualquier problema.

Desde que tengo uso de razón recuerdo tu presencia, mi mejor amigo de la infancia, en algunos momentos el único. Juntos hicimos y deshicimos caminos, guerras de piedras, aventuras y múltiples trastadas que llevaron a más de un adulto a perseguirnos mientras gritaba una ristra interminable de improperios. Cómo olvidar aquella famosa historia en la que los dos nos metimos en un barril de alquitrán solo por darnos el gustazo de experimentar que se sentía al sumergirnos en aquel liquido espeso y negro y, por supuesto, cómo olvidar aquella carrera delante de nuestro padre cuando nos vio completamente negros e impregnados de aquella sustancia viscosa. Fue precisamente aquella carrera la que nos otorgó el mote de los hermanos Zipi y Zape, no teníamos una idea buena...

Me enseñaste a ser consecuente con mis actos, a saber que toda acción tiene una respuesta que no siempre es agradable. Juntos planificábamos las travesuras sopesando las consecuencias antes de realizarlas y si veíamos que los resultados merecían la pena, la llevábamos  adelante. Cuántos veranos interminables hemos pasado juntos disfrutando y saboreando cada uno de los días que la vida nos regalaba. Han sido muchos años juntos como para asimilar de golpe tu partida.

Se me hace un nudo en la garganta cuando pienso en el último día que te vi, dos días antes del fatídico momento, aún recuerdo los planes que empezamos a hacer para fomentar el turismo en Gabón, las ideas surgían una detrás de otra y se te veía lleno de vida, ilusionado, como siempre dando lo mejor de ti. Nunca me hubiese imaginado lo que iba a pasar, nunca hubiese pensado que me sentiría tan solo, nunca creí que te echaría tanto de menos.

Tengo que darte las gracias desde lo más profundo del corazón por dejarme los recuerdos de todos los buenos momentos que hemos pasado juntos, que son muchos y, ¿por qué no?, también de los malos, no se puede construir una vida y un carácter sólo de buenos momentos, por haberme enseñado a ser paciente y por ser paciente conmigo, a veces éramos inaguantables, tanto el uno como el otro, por todos los momentos en los que has estado apoyándome, que ha sido siempre que lo he necesitado y, por supuesto, por dejarme uno de los regalos más preciados que tengo, mi sobrina Awita, una pequeña que se hace querer solo con su forma de ser, igual que su padre. Gracias por haber formado parte de mi vida y por haber llenado mi corazón con la generosidad del tuyo, que era muy grande, por haber pasado por este mundo compartiendo tu ilusión con todo el que te rodeaba. En definitiva, gracias por haber estado aquí, aunque haya sido poco tiempo. Ha sido un orgullo y un honor para mí haber formado parte de tu existencia y haber recorrido juntos un gran trecho de esa aventura que es la vida.
Un beso Jesús, siempre te echaré de menos.

jueves, 21 de octubre de 2010

Eñe que eñe, por Javier Alda

[...]
Me fui y llegué a un carasol de ocio prematuro. Me voy y entretenido me enredo en los rizos de tu voz. Me iré y me quedaré contigo, incauto, indolente, tuyo infalible.
Así pues, yendo y viniendo, volveré con el eco de tu deseo, con la árnica de tu dolor, con un bálsamo de furia protectora.
[...]
JUAN JOSÉ ACÍN. Castejón de las Armas (Zaragoza), 1979
A la parca le dio un barrunto y se llevó a Jesús Zoido con alevosía y nocturnidad. Desde el 13 de Julio de 2010 se nos ha clavado su recuerdo en nuestro ánimo. Ahora nos queda la nostalgia de todo lo que se ha quedado por hablar, por hacer, por reír, por beber, por vivir con él. A su memoria y a su manera de entender la vida le dedicamos estas líneas. Se fue su cuerpo pero permanece su esencia. Es tan fácil hablar de Jesús como de una buena persona que este relato podría parecer una glosa maniquea. Pero es que se nos antoja una tarea vana el encontrar un recuerdo adusto acerca de Jesús, y  lo que nos queda de él es siempre su trato afable, alegre, y cordial.
 
Jesús ha sido el vigía vespertino de nuestra Escuela. Pocos han conocido mejor el sosiego de San Blas durante la noche. Allí, refugiado en el sótano del edificio Jesús construía sus ideas sobre la medida del color, repasaba las transparencias de óptica física o corregía ejercicios de  alumnos. Y todo con la pasión de quien sabe hacer bien su trabajo y no escatima tiempo ni esfuerzo. En nuestros tiempos, la búsqueda de la eficiencia de nuestras acciones nos obliga en algunas ocasiones a preferir lo bueno a lo mejor. Este aforismo no era aplicable a Jesús, no existía la mediocridad en los resultados de su trabajo. Sus tareas investigadoras, sus lecciones y su ocio, eran acciones completas, pesase a quien pesase. No le importó nunca acumular horas de vigilia, de pensamiento abstracto, de simulaciones en el ordenador, de borradores sucesivos, de modificaciones, de retoques, de nuevas simulaciones y cálculos analíticos hasta llegar al producto final. Lo importante fue siempre la calidad del resultado que, en consonancia con el esfuerzo empleado,  era brillante, demoledoramente excelente. Como muestra de este deseo de alcanzar la perfección podemos citar su tesis doctoral, de casi 800 páginas de rigor y entrega. Los que hemos tenido ocasión de leer su trabajo nos hemos dado cuenta de que el cúmulo de buenas ideas incluidas en esa memoria de tesis podrían formar parte de varias tesis doctorales. Durante su desarrollo su pasión y deleite por las cosas bien hechas fueron las armas que le permitieron afrontar esa batalla y ofrecer a la comunidad científica un trabajo completo y de tremendo rigor. Su propuesta de espacio Ñ, compartida con Fernando Carreño, será siempre un referente para todos los que pudimos asistir a la gestación de su trabajo.
Jesús Zoido me ha acompañado casi desde siempre en mi vida académica y gracias a él he disfrutado de unas magníficas charlas y una historia común que nunca podré olvidar. Y ahora, dentro de la agonía de su duelo, me alegra poder rendirle tributo contando unas pocas anécdotas del sin fin de buenos recuerdos que afortunadamente tengo suyos.
Jaca, 1990
Jaca es una ciudad situada en el Pirineo aragonés que tiene el lujo de albergar un pequeño edificio de la Universidad de Zaragoza. Este lugar sirve como sede de diversas actividades universitarias y de los inefables cursos de verano. Durante la última semana de junio de 1990 se realizó un curso al que Jesús acudió. La cantidad de anécdotas que se acumularon en aquellos días han llenado multitud de sobremesas y han provocado, de nuevo, la carcajada y el guiño cómplice de los que pudimos disfrutarlo. Jesús vino desde Madrid con un viejísimo coche que gastaba como un tanque y que acogió a la mejor representación posible de la óptica internacional. En una de las tardes libres, Jesús capitaneó una excursión en el "coche de la ONU" que no olvidaré nunca. Hay unos 6 Kms desde Hoz de Jaca hasta Pueyo de Jaca. Para llegar a Hoz de Jaca hay que cruzar el embalse de Bubal por su presa, subir unos kilómetros  y seguir adelante hacia el Pueyo. El paisaje desde el lado Este del embalse es tan bello que aturde. Jesús paraba cada poco para disfrutar del camino. Recuerdo que ese disfrute se iba transformando en pasión conforme la carretera se convertía en camino, el camino en pista y la pista forestal en un trazado repleto de regacheras, baches y curvas. Aquel viejo coche renqueaba en cada maniobra, pero Jesús tan testarudo como siempre, nos llevó sanos y salvos hasta Pueyo y luego finalmente hasta Jaca. Aquella excursión y los días que pasamos en Jaca fueron unas jornadas deliciosas que ahora acumulan dos irreparables pérdidas. Wang Shaomin nos dejó hace un par de años ya jubilado en Hangzhou. Shaomin aprendió a beber del porrón durante aquel curso de verano y estoy seguro de que se aprovecharía de las buenas enseñanzas de Jesús. Ahora, estén donde estén en el paraiso de la óptica, Jesús como maestro en tal arriesgado arte tendrá la oportunidad de encontrar  a nuestro aventajado alumno oriental para seguir practicando.
Problemas de Óptica Física, circa 1993
Hace ya muchos años, cuando yo participaba en la enseñanza de "Óptica Física" de la Diplomatura, Jesús compartió conmigo unas cuantas clases para realizar varios problemas de Óptica Física. Las clases eran a última hora de la tarde, en aquellas aulas desvencijadas que había en la zona de talleres. En una de las sesiones de problemas acordé con él acercarme al término de su clase para conocer dónde se había quedado y cuál debía ser contenido de la siguiente clase. La clase terminaba a la 19:30 de la tarde y a esa hora estaba yo a la puerta del aula para charlar con él. Esa clase, que había empezado a las 6 de la tarde terminó pasadas las 8. Los primeros alumnos comenzaron a salir pero Jesús no terminaba sus explicaciones. Cuando ya habían salido la mayor parte, entré al aula y me encontré a Jesús empapado en tiza y manteniendo una fiera discusión acerca de la orientación de los polarizadores y de las láminas retardadoras con un par de alumnas que se habían quedado preguntando dudas. Al terminar la consulta ya pudimos charlar Jesús y yo. Cual no fue mi asombro cuando al revisar los problemas que había hecho en esas clases suyas sólo había completado 2 de un total de 11 problemas programados. El caso es que en mi siguiente clase, al retomar el temario con estos alumnos, puede constatar que la intensidad en la resolución de ese par de problemas había despejado todas las dudas y aclarado buena parte de los conceptos que eran necesarios para superar el examen. Aquellos alumnos asistieron, privilegiadamente, a un acto docente lleno de entusiasmo y de atención a los detalles y a las dudas más básicas y a las más sofisticadas. Como siempre, Jesús se había desbordado en su entrega y los que estuvimos a su lado, alumnos y compañeros en la docencia, pudimos comprobar su generosidad.
Macadam, 1998
Durante 1998 Jesús y yo disfrutamos de una estancia post-doc en Estados Unidos. Jesús estaba en Boston y yo en Orlando. En mi opinión, uno de los aspectos más interesantes de aquella estancia es que le permitió adentrarse en otros aspectos de la física distintos al de la medida del color. Jesús se lanzó de cabeza a entender los matices y las consecuencias de los fenómenos asociados a la condensación de Bose-Einstein. Según los correos que nos intercambiamos y el par de conversaciones telefónicas que mantuvimos, disfrutó de lo lindo del frío de Boston, de su buena cerveza y de la cordialidad de la colonia extranjera que suele ser más acogedora que los nativos de un país desarrollado. Y permitaseme que, con a licencia poética del tiempo que ya ha pasado, pueda imaginar que David Macadam descansó y dejó este mundo después de comprobar que Jesús Zoido, su incansable seguidor y crítico, hubiese cambiado de línea de investigación, aparcando por un rato el estudio de la discriminación en el espacio de color por el análisis de otros problemas de óptica cuántica. Siempre recordaremos con una sonrisa cómplice la coincidencia entre la llegada de Jesús a Boston y la desaparición del padre de las elipses de Macadam.
La oposición, 2002
El día anterior a su oposición a Profesor Titular de Escuela Universitaria estuve con Jesús en su casa, revisando las transparencias y repasando la integridad de su documentación. Todo parecía en orden, pero en medio del concurso alguien se dio cuenta de que faltaban las copias del resumen del segundo ejercicio que había que entregar al tribunal preceptivamente. En ese momento el que hubiese entrado en pánico hubiese sido yo. Jesús, sin embargo, sin demasiada alarma buscó entre sus papeles y desafiando al destino se lanzó a la búsqueda de una impresora por toda la Facultad. Fue Quiroga quien pudo completar la tarea en tiempo y forma. Al día siguiente era el segundo ejercicio, para el que se había empeñado en mostrar un montaje experimental de cierto riesgo. Los componentes ópticos vinieron en su coche desde el laboratorio de la Escuela. Ni que decir tiene que al llevarlos a la Sala de Grados de la Facultad el alineamiento se había perdido. Allí estábamos, Jesús y yo, reparando el sistema cuando, antes de que el montaje estuviese listo, apareció el tribunal para comenzar el segundo ejercicio. Jesús y yo sabíamos que aquello no iba a funcionar. Yo me senté en las sillas del público, Jesús se colocó en el estrado con la insensata intención de comenzar su lección. Afortunadamente en ese momento Daniel Vázquez, secretario de aquella comisión, percibió mi desasosiego y consiguió convencer al tribunal de que era el momento de parar a comer. Tras la salida de la comisión de la sala, Jesús resopló, me miró aliviado y se puso a rematar el ajuste de aquel montaje óptico, salvado "in extremis" de una actuación prematura. Terminamos comiendo un bocadillo en el comedor de físicas y aquella tarde Jesús torció una esquina de su carrera académica y llegó merecidamente a la amplia avenida de profesores permanentes de nuestra Universidad.
Gabón, 2008
Gracias a Jesús hemos aprendido que Gabón está a un trayecto en moto. Al principio este viaje fue muy largo y aventurado. Pero poco a poco, tenazmente, Jesús se ha encargado de colocarnos África junto a él. Con el paso del tiempo Gabón se ha metido en nuestros corazones y en la geografía humana de la Escuela. Ya no se trata de un lugar remoto y repleto de tópicos sino que África se ha materializado de forma cercana e íntima. Gracias a Jesús hemos sabido de su cultura, de su arte y de su música. Jesús llegó, desde este San Blas Complutense, más lejos que nadie y se lanzó al camino hasta el corazón de África. Se fue en moto y volvió renovado de generosidad. Fue capaz de multiplicar su entrega para abarcar todo un continente y mostrarnos las claves de su cultura. Y lo hizo tan bien que su esencia se ha quedado para siempre entre nosotros.
Era el mes de Noviembre de 2008 y la Navidad estaba llamando a las puertas. Desde el mismísimo centro de Madrid, un grupo de personas entre las que se encontraba Jesús Zoido, dedicaron su tiempo y esfuerzo a traernos el ritmo y el sabor de Gabón a través de su música, su paisaje y su comida. Durante ese acto Jesús se movía de arriba a abajo de la sala para obtener el mejor encuadre para sus fotos y gracias a él pudimos comprobar el encanto y atracción de un país y de unas gentes que desde su cultura mantienen un inquebrantable anhelo de la felicidad para sus pueblos. Pero Jesús no sólo se empeño en mostrarnos esta rica variedad de África sino que dió el paso del compromiso humano. Y fruto de esta decisión hemos tenido todos la fortuna de entender mejor a África y de extender la comunidad de nuestra Escuela de Óptica a dos personas que ya son Complutenses en el sentido más intenso de la definición de una Universidad pública y plural. Ferdulis: tu hija y tu tendrán siempre en esta Escuela un lugar de encuentro en el que deseamos que os sintais bienvenidas.
In memoriam, 2010 and beyond
Jesús Zoido se ha ido pero sólo un poquito. Su concienzuda labor docente e investigadora y su inmenso valor como ser humano se ha quedado entre nosotros convirtiéndonos en albaceas de su legado, tesón y entrega. Por todo ello sólo queda por decir "Hasta la vista".

Una carta, por Miguel Antón


Aún se como es, en el recuerdo,
intacta la sonrisa. 
Mas las manos, ceniza o luz,
¿dónde recordarlas?
SALVADOR ESPRIU, Cementerio de Sinera
Querido Jesús, 
Lo primero que se me ocurre, al ponerme a escribir para darte noticias, desde que no nos vienes a ver, de las preocupaciones que nos enredan por estos lugares,  es repetirte algo que tú sabes muy bien: que muchas de nuestras preocupaciones tienen mucho de tontería,  cuando no de melindrosa fatuidad.  Y cuesta ponerse a ellas sin que el silbido de tu moto  nos anuncie que llegas y esa escena, siempre desmesurada de tus bufidos como si hubieras dejado a un dragón recién degollado en la puerta de la escuela. Siempre nos dejas desarmados. Aunque llegues dos horas más tarde, tienes el don de desarmar el cabreo con un gesto, a saber: si te presentas calado hasta los huesos: qué podemos decir; si mala carita: ¡qué le habrán dado esta noche!, si serio y parco de palabras, ¡cuántos miles de ficheros de colorín le habrán pedido a última hora!  Y así.  Pero una vez entonado, ya  tenemos Jesús para rato: a ver… ¿cuántos detectores hay que soldar?, Venga, yo tiro los exámenes, y los grapo!  etc. Claro que siempre hay que advertirte que a las once de la noche ya solo quedáis el vigilante y tú en la Escuela  y no está la fotocopiadora abierta.  
Como sabes, estamos de reformas, aunque no hará falta que te recuerde el estribillo aquel de Machado, “hoy es siempre todavía”, contra las pretensiones de las novedades, de traer a la Historia algo de veras nuevo, en fin, de  inaugurar una nueva era, como dicen las criaturas rectorales, del conocimiento, y cuanto más se les hace evidente que en verdad no pasa nada, más refinadas maquinarias panópticas tienen que inventar que nos lleven hacia algún sitio, hacia el Futuro ése, que tanto prestigio tiene entre nosotros.  Tenía que haberte hecho caso dos días antes de morirte cuando, entrando en mi despacho, previamente eliminado el dragón acostumbrado, me espetaste: “¡Un desastre!, Miguel, ¡un desastre! Aprobemos a todos. ¿A que no hay  cojones?”.  Aunque tu otro yo repusiera enseguida: “no se puede, no se puede, no jodas. Además, sería injusto… Si les hemos puesto el mismo examen que en Junio, etc”. Tu nada afectada bondad  hace que lleves mal poner una mala nota y a la vez que las  colas de tus revisiones sean interminables. Tienes que convencer  a cada cual de lo inevitable. Y a ti mismo. Es digno de verse. La agitación se oye desde el laboratorio. Ese talante de consentidor es asombroso y supongo que te  lleva a apoyar todas las causas, cuanto más perdidas mejor. Una escena más de tu lucha contra el Ángel. A veces me entraba la duda de si no era una especie de coquetería moral. Para saberlo había que cabrearte. Y aunque eras difícil de cabrear en la relación amistosa y cortés, un método era llevarte a situaciones contradictorias. Bastaba mentar a tu admirado Unamuno: acuérdate, Jesús,  de San Manuel Bueno y Mártir que termina ateo. ¡Les convences tanto de su suspenso que hasta se quitan puntos!, ¡un delirio, Jesús! Te revolvías en la silla y  sonreías.
En fín, Fernando y yo hemos revisado las fuentes que hiciste para la práctica de Malus, que empieza el mes que viene  y ahí siguen funcionando. No se si te acuerdas.  Por entonces te habías pasado, con pipa y todo, a la teoría  y visto desde el despacho de enfrente parecías un san Jerónimo, sentadito, en la celdilla del laboratorio, concentrado en la soldadura y con el cigarro milagrosamente transformado en una pira de ceniza a punto de caer y los subíndices y superíndices de los tensores de curvatura resbalando por el estaño. Recuerdas que Fernando, para sofocarte, nos decía, ¡miradle, si  se ha hecho teórico, y se nos va a electrocutar!   
Ya que estábamos en ésas, hemos aprovechado, y hemos limpiado las  fuentes de alimentación que montaste para las lámparas de Manolo, y ésta es nuestra particular manera de estar contigo. Fernando me cuenta que no hay dos iguales, y el significado de los arcanos letreros, de aquella época en la que grandes helechos arborescentes poblaban la Escuela y el humo de vuestros cigarros inundaba los interferómetros.
Hemos pasado muchos años  juntos casi sin darnos cuenta, como suele ocurrir casi siempre. Te conocí feliz en la época del espacio Ñ, entregado a las métricas y a la geometría diferencial, furioso como un reformador luterano contra la iglesia del color y unas elipses. Y después de momentos duros que tuviste que afrontar, te he vuelto a ver contento estos últimos años. Cuando alguna vez te preguntara, al irme, por tu hija Awa, el gesto era el mismo, soltabas el bolígrafo, las manos a la nuca, silla hacia atrás, fuera papeles y una cara de enorme satisfacción. Es una buena cosa verte así, recordarte así.
No te oculto que sigo aferrado a la necesidad de contemplar a Sísifo feliz en ese universo mineral que se le antoja sin dios,  pero mentiría si te dijera que el filo de tu muerte cercana no me obligue a pensar, al ver una parte de tu esfuerzo en las carpetas, una vez más, sobre el sentido de  nuestras acciones, discursos, humaredas perdidas que se ha de llevar el viento. Y recordé una cita de Hanna Arendt que me ayuda a soñar que sigues aquí: El ciclo vital del hombre hacia la muerte llevaría inevitablemente a todo lo humano a la ruina y la destrucción si no fuera por la facultad de interrumpirlo y comenzar algo nuevo, una facultad que es inherente a la acción como un permanente recordatorio de que los hombres, aunque deban morir, no han nacido para morir sino para comenzar.
Pienso que la capacidad de generar nuevas acciones bien podría justificar  la vida de los hombres. La alegría con la que hablabas de tu hija, el esfuerzo dedicado a tus artículos científicos y el entusiasmo incansable en la transmisión de esa capacidad a  tus alumnos es un ejemplo bien claro de hacer nacer nueva vida. Allí donde esa vida fluya, allí fluye el que la engendró.
No se cómo, a estas horas, te sonará a ti todo esto; pero eran algunas de estas cuitas por las que discutimos a veces y por lo que desearía seguir oyendo tu  opinión. Ya se que probablemente no vas a responderme atareado como estarás en no se yo qué lides ¡estas cosas del tiempo son tan raras! pero de todos modos te aseguro que también tu silencio es elocuente, que me está diciendo muchas cosas.
Y quiero, con estas cuatro letras agradecértelo.

Pequeña aportación, por José Ignacio Hidalgo

¡Joder, se me acaba el tiempo y no he escrito nada de Tapón! (ya, Jesús, ya sé que no te gusta, tío, pero es que no me sale llamarte Tapón ……digo Jesús).

Nuestra amistad fue una amistad por ósmosis, claro, tú eras medio hermano de Juanito y para los Lanchares soy el primo Iñaki y teníamos que ser amigos. Eso es lo que te define, no preguntabas: ¿eres amigo de Juanito? Pues eres amigo mío. Claro que para otros ser amigo es tomarse una caña de vez en cuando pero para ti…… Lo primero es que una sola caña era imposible, siempre nos liábamos a hablar los tres y nos daban las tantas, y lo segundo es que tú ese tipo de amistad no la concibes. No, para ti ser AMIGO es así con mayúsculas. La última vez que estuvimos juntos fue porque apareciste de repente para darme un abrazo cuando más falta me hacía. Joder, qué llantina me pillé, ¿te acuerdas?. Pues ahora desde estas líneas te voy a devolver ese abrazo grande y con mucho cariño para que se lo mandes a tu niña y ella sepa que eras un amigo maravilloso.

Iñaki

Qué bien que somos amigos, por César Queral

“Que bien que somos amigos”,  le dije a Jesús y Jesús me dijo algo parecido a “todavía no somos amigos, de momento nos llevamos bien, para ser amigos tendrán que pasar los años y que aunque nos veamos poco nos echemos de menos y …”, era nuestro inicio de la carrera de Físicas y nos quedaba un largo camino en común.  En fin, de aquellos años es difícil no recordar infinidad de cosas: las interminables tardes en el bar de la facultad, las interminables charlas, las sangrías que hacíamos en el césped, las noches de un lado para otro hasta que cerraba el último bar o los partidos de rugby en los que se dejaba la piel.  Él fue en definitiva, parte importante de aquel enorme grupo de amigos que se reunía casi a diario para compartir y disfrutar de la compañía mutua, de la física, de las canciones que se sabían él y Javier y que nos acabamos aprendiendo todos.  

Pero esa es una visión parcial, para muchos de nosotros lo más importante era su humanidad, esa capacidad que tenía para preocuparse por lo demás y para meterse en los líos que hiciera falta, para animarte en los malos momentos, para ayudarte en lo que fuera necesario, y además, esa alegría que te generaba cuando le veías entrar por la puerta, ¡hola Cesarin! me decía y yo sonreía.

En aquellos primeros años me acostumbre en acabar incontables noches y madrugadas en casa de los padres de Jesús, que a su vez me acogieron como a uno más de la casa, y debido a ello tuve la oportunidad de ser también amigo de sus hermanos, Fidel y Luis. Muchos fines de semana nos levantábamos de la cama y nos íbamos a tomar el aperitivo con su padre, Fidel, y muchas veces venia también su madre, Maruchi, que si no venia era porque nos estaba esperando desesperada para que llegáramos a comer a una hora sensata, a ambos les quiero y admiro por múltiples razones. Como consecuencia, acabe pasando algunos veranos en el pueblo de Jesús, Valverde del Fresno (Cáceres). Allí me presento a su enorme cantidad de parientes, especial mención a sus primos de Canarias, que también eran sus amigos. En las fiestas corría las vaquillas, ya se sabe que era un tanto osado y que pocas cosas le echaban para atrás, policías municipales incluidos. A Valverde también volvimos con los años varias veces a pasar unos días y a comernos un cordero.

Los años pasaron y seguimos charlando de física, de su tesis, del mundo y bebiendo cervezas con múltiples y diversos amigos. Recuerdo esas interminables tardes-noches en/con Simon, Cristina, Maribel, Antonio, Quiroga y Jesús y alguno más que se apuntaba; recuerdo esas interminables noches del IRON con Fernando poniéndonos cervezas en las jarras alemanas que teníamos Jesús, Quiroga y yo, y ciento y la madre que nos juntábamos allí;  recuerdo las visitas a “la cueva” donde esa panda de investigadores-amigos pasaba las horas, los días, algunas noches y algunos fines de semana y donde cualquiera que se pasara por allí era bien recibido.

Lamentablemente, llegaron momentos muy difíciles para Jesús con la muerte de su hermano Luis. Si, es verdad que después de la muerte de Luis la vida no fue igual para él. Tiempo después se fue a Boston, allí hizo nuevas amistades, algunas, cómo no, muy intensas y duraderas. En esa época era tan difícil no quererle como fácil discutir con él sobre su nueva visión de la vida y su infinita terquedad en no dejar de fumar después de que el medico le diera un toque.

¿Y os acordáis de su oposición? Nos decía que él no quería perder tiempo en preparar la oposición y quitarle ese tiempo a la investigación, que eso era más importante, con la tesis nos hizo más o menos lo mismo. Bueno, por fin la hizo y saco la plaza. Los demás respiramos aliviados, a él le importo relativamente menos.  Recuerdo ese momento maravilloso en el cual poco antes de empezar la oposición dice delante de la pizarra: “¿Qué opináis? ¿Lo cuento en cartesianas o en esféricas?” casi me da algo a mi y a alguno más que estaba por allí, mientras Jesús estaba despreocupado decidiendo todavía si hacer algún cambio más de última hora.

Bueno sí, hay que acabar, hay que resumir. De los últimos tiempos quién no se sintió impresionado por ese viaje en Vespa a Dakar con Gedu. Sí, era verdad, se habían ido, y volvieron, lo cual no estaba muy claro para muchos de nosotros. Luego, en un viaje posterior, nos fuimos Jesús y yo a Dakar, en avión, yo no soy tan atrevido. Casi me da algo, a mí que me gusta levantarme razonablemente pronto y salir por ahí a ver cosas, y claro, a mí se me olvido que me había ido de viaje con Jesús, así que: levántate tarde, vamos al aperitivo, vamos a charlar, más aperitivo, seguimos charlando, vámonos a comer, seguimos charlando, y vámonos a echar la siesta que hace un calor del siete. Nos levantamos y charlamos con el hermano del Chori (que tan amablemente nos acogió en su casa) y salíamos a dar una vuelta, otras cervecitas, a cenar y a las discos de Dakar. Allí en Senegal conoció a Ferdulis, y luego ya sabéis el resto de la historia, otros ya la han contado.

Pues si, acabamos siendo amigos, se fue, y como a muchos otros, me duele. Solo me falta poner su lista de amigos para que su hija, Awita, sepa cuanto y cuantos le queríamos, pero es tan larga la lista que aquí no cabe.

Sin título, por José María Vázquez


Siete de la tarde, hall de la Escuela. Como solía ocurrir, salíamos para tomar unas cervezas en el Bahía, y en ese momento llegaba Jesús. El ritual se repetía, charlábamos un rato y le decía “Vamos a tomar unas cervezas, apúntate”, a lo que solía responder “Bueno si puedo luego me paso”. Esta invitación se repitió durante años y solo recuerdo un par de ocasiones en las que pudimos disfrutar de esas cervezas en el Bahía. Jesús era una persona, todos lo sabemos, de horarios cambiados, pero a pesar de sus incomparecencias siempre le repetíamos la invitación. Con cualquier otro, al cabo de un tiempo no hubiera insistido pero con Jesús estas incomparecencias se volvían totalmente perdonables. Era sobre todo, una buena persona.
Bueno Jesús no te digo "descanse en paz" ni "no te olvidaré", porque no lo puedo saber, pero si te aseguro que cuando quiera recordar a alguna persona buena, seguro que me vendrás a la mente.

Chema

martes, 19 de octubre de 2010

Siempre entre nosotros, por José Miguel Ezquerro

…los altos cielos que de vuestra divinidad divinamente con las estrellas os fortifican, y os hacen merecedora del merecimiento que merece la vuestra grandeza.
MIGUEL DE CERVANTES, "Don Quijote de la Mancha"


No me acabo de creer que esté escribiendo unas palabras sobre alguien con quien hasta hace dos días compartía despacho y con el que además de compartir espacio he compartido investigación y en los últimos años conversaciones sobre aspectos diversos, no sólo académicos.
“Llego a la escuela por la mañana, a eso de las 9:30, has tenido una noche larga, lo noto a pesar de tu esmero por no dejar rastro alguno en el cenicero de cristal. Nunca te lo dije, pero siempre agradecí tal deferencia.
A media mañana o quizás a ultima hora de la mañana parece que te veo llegar, entras por la puerta con el casco en la mano y soplando por el frío que has pasado en la moto de camino a la Escuela. Dejas el casco y la chaqueta en la entrada, entras en el despacho.
-       ¡Ahí tu! ¿No tienes demasiado calor aquí?
-       ¡Tengo frío! Es posible que esté un poco alta, la quito. Por cierto, mañana acaba el plazo de…. Y hay que mandar la propuesta de…
-       ¡Llevas razón! Bueno, ahora me voy a preparar la clase y luego me pongo. Ya ha estado Gema (personal de limpieza) por aquí ¡bufff que lío! Ya ha apilado todo.
-       Je, je... Vas a tardar en volver a hacer tus montones.…
Hay días que me siento en mi mesa de trabajo y al fijarme en la silla que ocupabas parece que no te has ido, que sigues ahí, me estás mirando con algo en la mente, pero todavía no está maduro para comentarlo.
Jesús, eres una persona difícil de encontrar, ahora bien, cuando estás eres difícil de sustituir. Hemos tenido desencuentros, pero no has guardado rencor ni resentimiento, en estos últimos años me has demostrado ser una persona noble, fiel a tus hábitos, persona con la que se podía discutir desde el dialogo.
Deberías saber que tu paso por esta vida no ha sido indiferente, personalmente siempre te recordaré y te encontraré aquí cada día que venga a trabajar, profesionalmente, eras correcto y muy prolífico, sólo hace falta levantar la cabeza del escritorio mirar hacia tu mesa y ver todo el legado que has aportado a esta civilización, carpetas llenas de horas de trabajo, CIECAM02, Color y restauración, Entropía y radiación…
He comido y nos disponemos a tomar un café.
-       Jesús, vamos a tomar un café ¿Te animas?
-       No, voy a acabar esto y luego tengo que ir a recoger a la niña.
-       No acabo de entender ese lío que te traes con la moto y el coche. Por la mañana llevas a Awita con el coche a la guardería, luego vuelves a casa y coges la moto para venir aquí, ahora vas en moto a tu casa, coges el coche, vas a por Awita, la dejas en casa, dejas el coche y coges la moto para volver aquí, ¿Por qué no vienes ya por la mañana en coche y así, ahora irías directo a por la niña?
-       Yo no me apaño con el coche por Madrid, donde esté la vespa que se quite el coche.
-       Bueno. Luego te veo.
-       Si, luego vuelvo.
Se esta acabando el día en la Escuela, esta avanzada la tarde, por lo menos para mi, son las seis o las siete, recojo mis cosas.
-       Bueno Jesús me marcho, nos vemos mañana.
-       Venga Josemi, hasta mañana.

Hasta siempre Jesús. ”