viernes, 22 de octubre de 2010

Se te echa de menos, Jesús, por Fidel Zoido

Ya han pasado... ¿Cuanto...? ¿Más de tres meses...? Toda una eternidad para comenzar a notar la perdida irreparable de tu presencia en mi vida. Creo que fuimos buenos amigos, casi siempre juntos, a las duras y a las maduras. Digo casi siempre porque en la última etapa de tu vida nos distanciamos un poco, ambos formamos familia y continuamos por caminos separados, que no es lo mismo que alejados. No hacía falta terminar de pedir ayuda para vernos juntos haciéndole frente a cualquier problema.

Desde que tengo uso de razón recuerdo tu presencia, mi mejor amigo de la infancia, en algunos momentos el único. Juntos hicimos y deshicimos caminos, guerras de piedras, aventuras y múltiples trastadas que llevaron a más de un adulto a perseguirnos mientras gritaba una ristra interminable de improperios. Cómo olvidar aquella famosa historia en la que los dos nos metimos en un barril de alquitrán solo por darnos el gustazo de experimentar que se sentía al sumergirnos en aquel liquido espeso y negro y, por supuesto, cómo olvidar aquella carrera delante de nuestro padre cuando nos vio completamente negros e impregnados de aquella sustancia viscosa. Fue precisamente aquella carrera la que nos otorgó el mote de los hermanos Zipi y Zape, no teníamos una idea buena...

Me enseñaste a ser consecuente con mis actos, a saber que toda acción tiene una respuesta que no siempre es agradable. Juntos planificábamos las travesuras sopesando las consecuencias antes de realizarlas y si veíamos que los resultados merecían la pena, la llevábamos  adelante. Cuántos veranos interminables hemos pasado juntos disfrutando y saboreando cada uno de los días que la vida nos regalaba. Han sido muchos años juntos como para asimilar de golpe tu partida.

Se me hace un nudo en la garganta cuando pienso en el último día que te vi, dos días antes del fatídico momento, aún recuerdo los planes que empezamos a hacer para fomentar el turismo en Gabón, las ideas surgían una detrás de otra y se te veía lleno de vida, ilusionado, como siempre dando lo mejor de ti. Nunca me hubiese imaginado lo que iba a pasar, nunca hubiese pensado que me sentiría tan solo, nunca creí que te echaría tanto de menos.

Tengo que darte las gracias desde lo más profundo del corazón por dejarme los recuerdos de todos los buenos momentos que hemos pasado juntos, que son muchos y, ¿por qué no?, también de los malos, no se puede construir una vida y un carácter sólo de buenos momentos, por haberme enseñado a ser paciente y por ser paciente conmigo, a veces éramos inaguantables, tanto el uno como el otro, por todos los momentos en los que has estado apoyándome, que ha sido siempre que lo he necesitado y, por supuesto, por dejarme uno de los regalos más preciados que tengo, mi sobrina Awita, una pequeña que se hace querer solo con su forma de ser, igual que su padre. Gracias por haber formado parte de mi vida y por haber llenado mi corazón con la generosidad del tuyo, que era muy grande, por haber pasado por este mundo compartiendo tu ilusión con todo el que te rodeaba. En definitiva, gracias por haber estado aquí, aunque haya sido poco tiempo. Ha sido un orgullo y un honor para mí haber formado parte de tu existencia y haber recorrido juntos un gran trecho de esa aventura que es la vida.
Un beso Jesús, siempre te echaré de menos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario