lunes, 25 de octubre de 2010

Carta para ti, por Ferdulis Zita Odome

Han sido momentos intensos y completos desde aquel año en el que tú y yo sabemos que pisaste Senegal y que allí nos conocimos. A través de ti he descubierto la cultura occidental de otra manera. Y creo que tú también la africana de forma más directa. ¡Qué de prejuicios hemos tenido mutuamente! ¡Cuánto nos hemos reído de estos mismos!

Te enamoraste de mi cultura, y tanto, que ha habido momentos en los que he llegado a sentir celos por estos quecos, como afectuosamente los llamabas. Los quecos. Tus quecos. Estas estatuillas que para mí representaban unas piezas más, una mera expresión de nuestra cultura, estos trozos de madera esculpidos de “utilidad” para servir en los rituales para los que están destinados.

Para ti no era solamente eso, era mucho más que eso. Para ti eran objetos mágicos, entrañables con los que creo que te comunicabas.

Y a través de ti, de este amor por los quecos, tus quecos, he aprendido a mirarlos de otra manera, “con ojos nuevos” y he sabido que como bien dice Octavio Paz (cito): “Nuestra naturaleza es inseparable de la cultura: y la cultura es las culturas”. Tu cultura ya no era a partir de entonces únicamente la española sino la gabonesa.

Awita, nuestra hija, con dos años ya sabe nombrar las etnias de algunos pueblos de Africa y este mérito no es precisamente por mí.

Me acuerdo todavía y no quiero, no debo, no tengo, no puedo olvidarme de estos momentos tan íntimos entre ella y tú, cuando la llevabas a ver, a jugar, a hablar, a tocar, a familiarizarse con estas piezas…

Tú y yo éramos un equipo, un tándem. Nos podíamos odiar y al minuto siguiente retomar nuestros proyectos como la exposición NEGRO. Arte Centroafricano que ya ha está más que en marcha. Eras una persona alentadora y por ti, contigo he llegado a superarme. Qué de dudas hemos solventado. Qué de veces he querido abandonarlo todo y tú, con tu ímpetu, tu osadía, tu cabezonería he tenido que avanzar, luchar y no dejarme llevar por los conformismos.

Yo no sé si llegaré hasta el final. Sólo tú sabes lo que vivo, cómo lo vivo y cuánto lo sufro. No me hace falta gritar delante de nadie, no es necesario que llore para emocionar a nadie. Muchos admiran mi ¿fortaleza?, mi valentía, mi frialdad pero no es así, las circunstancias y los contextos me han formateado así y yo sólo me he resignado a aceptarlo. Frente a situaciones adversas e irreversibles a veces no hay más remedio que la resignación.

Si quiero seguir adelante, y hacer como si no hubiese ocurrido nada es por esta fuerza que supiste trasmitirme.

Si debo levantarme por la mañana para llevar a Awita al cole es para que tenga un futuro, el que quisiste por ella.

Si he de despertarme y continuar las iniciativas emprendidas y los compromisos adquiridos es por no huir de nada y de nadie. Quiero asumirlo todo porque así lo hubieses hecho también.

Mi llanto -y mis alegrías vividas contigo- los llevo dentro porque ahora vives en mí. Te llevo dentro y con eso, me quedo con lo mejor, nuestras ideas.

Ahora más que nunca, tantas dudas se lidian en mí. Una lucha sin par. A veces dudo. No quiero avanzar ya. No quiero aceptar que lo he perdido todo. Pero tengo que hacerlo. Ya no hay más remedio. Qué dilema más grande. Porque está Awita. Se acuerda mucho de ti. Quiero que se acuerde de ti. Y por mi parte puedes estar seguro de que así será, (y sé que de eso no tienes la menor duda). Ya sé que no dudas de que no se olvidará de este papá tan especial que tiene. Espero que ella tenga los mismos valores que tú. Ya estoy viendo algunos. Es muy sociable. Lo que habla ya (como tú). Anda qué cabezona (¡¿no será por que lo lleva en la sangre!?)

Contigo, he sabido aprender que “ninguna tierra es exilio, sino otra patria.” (de Séneca). Pero si bien es así, permíteme decirte que tú no has nacido para un solo rincón. España y Gabón son tus patrias.

Odome Angone

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