jueves, 21 de octubre de 2010

Eñe que eñe, por Javier Alda

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Me fui y llegué a un carasol de ocio prematuro. Me voy y entretenido me enredo en los rizos de tu voz. Me iré y me quedaré contigo, incauto, indolente, tuyo infalible.
Así pues, yendo y viniendo, volveré con el eco de tu deseo, con la árnica de tu dolor, con un bálsamo de furia protectora.
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JUAN JOSÉ ACÍN. Castejón de las Armas (Zaragoza), 1979
A la parca le dio un barrunto y se llevó a Jesús Zoido con alevosía y nocturnidad. Desde el 13 de Julio de 2010 se nos ha clavado su recuerdo en nuestro ánimo. Ahora nos queda la nostalgia de todo lo que se ha quedado por hablar, por hacer, por reír, por beber, por vivir con él. A su memoria y a su manera de entender la vida le dedicamos estas líneas. Se fue su cuerpo pero permanece su esencia. Es tan fácil hablar de Jesús como de una buena persona que este relato podría parecer una glosa maniquea. Pero es que se nos antoja una tarea vana el encontrar un recuerdo adusto acerca de Jesús, y  lo que nos queda de él es siempre su trato afable, alegre, y cordial.
 
Jesús ha sido el vigía vespertino de nuestra Escuela. Pocos han conocido mejor el sosiego de San Blas durante la noche. Allí, refugiado en el sótano del edificio Jesús construía sus ideas sobre la medida del color, repasaba las transparencias de óptica física o corregía ejercicios de  alumnos. Y todo con la pasión de quien sabe hacer bien su trabajo y no escatima tiempo ni esfuerzo. En nuestros tiempos, la búsqueda de la eficiencia de nuestras acciones nos obliga en algunas ocasiones a preferir lo bueno a lo mejor. Este aforismo no era aplicable a Jesús, no existía la mediocridad en los resultados de su trabajo. Sus tareas investigadoras, sus lecciones y su ocio, eran acciones completas, pesase a quien pesase. No le importó nunca acumular horas de vigilia, de pensamiento abstracto, de simulaciones en el ordenador, de borradores sucesivos, de modificaciones, de retoques, de nuevas simulaciones y cálculos analíticos hasta llegar al producto final. Lo importante fue siempre la calidad del resultado que, en consonancia con el esfuerzo empleado,  era brillante, demoledoramente excelente. Como muestra de este deseo de alcanzar la perfección podemos citar su tesis doctoral, de casi 800 páginas de rigor y entrega. Los que hemos tenido ocasión de leer su trabajo nos hemos dado cuenta de que el cúmulo de buenas ideas incluidas en esa memoria de tesis podrían formar parte de varias tesis doctorales. Durante su desarrollo su pasión y deleite por las cosas bien hechas fueron las armas que le permitieron afrontar esa batalla y ofrecer a la comunidad científica un trabajo completo y de tremendo rigor. Su propuesta de espacio Ñ, compartida con Fernando Carreño, será siempre un referente para todos los que pudimos asistir a la gestación de su trabajo.
Jesús Zoido me ha acompañado casi desde siempre en mi vida académica y gracias a él he disfrutado de unas magníficas charlas y una historia común que nunca podré olvidar. Y ahora, dentro de la agonía de su duelo, me alegra poder rendirle tributo contando unas pocas anécdotas del sin fin de buenos recuerdos que afortunadamente tengo suyos.
Jaca, 1990
Jaca es una ciudad situada en el Pirineo aragonés que tiene el lujo de albergar un pequeño edificio de la Universidad de Zaragoza. Este lugar sirve como sede de diversas actividades universitarias y de los inefables cursos de verano. Durante la última semana de junio de 1990 se realizó un curso al que Jesús acudió. La cantidad de anécdotas que se acumularon en aquellos días han llenado multitud de sobremesas y han provocado, de nuevo, la carcajada y el guiño cómplice de los que pudimos disfrutarlo. Jesús vino desde Madrid con un viejísimo coche que gastaba como un tanque y que acogió a la mejor representación posible de la óptica internacional. En una de las tardes libres, Jesús capitaneó una excursión en el "coche de la ONU" que no olvidaré nunca. Hay unos 6 Kms desde Hoz de Jaca hasta Pueyo de Jaca. Para llegar a Hoz de Jaca hay que cruzar el embalse de Bubal por su presa, subir unos kilómetros  y seguir adelante hacia el Pueyo. El paisaje desde el lado Este del embalse es tan bello que aturde. Jesús paraba cada poco para disfrutar del camino. Recuerdo que ese disfrute se iba transformando en pasión conforme la carretera se convertía en camino, el camino en pista y la pista forestal en un trazado repleto de regacheras, baches y curvas. Aquel viejo coche renqueaba en cada maniobra, pero Jesús tan testarudo como siempre, nos llevó sanos y salvos hasta Pueyo y luego finalmente hasta Jaca. Aquella excursión y los días que pasamos en Jaca fueron unas jornadas deliciosas que ahora acumulan dos irreparables pérdidas. Wang Shaomin nos dejó hace un par de años ya jubilado en Hangzhou. Shaomin aprendió a beber del porrón durante aquel curso de verano y estoy seguro de que se aprovecharía de las buenas enseñanzas de Jesús. Ahora, estén donde estén en el paraiso de la óptica, Jesús como maestro en tal arriesgado arte tendrá la oportunidad de encontrar  a nuestro aventajado alumno oriental para seguir practicando.
Problemas de Óptica Física, circa 1993
Hace ya muchos años, cuando yo participaba en la enseñanza de "Óptica Física" de la Diplomatura, Jesús compartió conmigo unas cuantas clases para realizar varios problemas de Óptica Física. Las clases eran a última hora de la tarde, en aquellas aulas desvencijadas que había en la zona de talleres. En una de las sesiones de problemas acordé con él acercarme al término de su clase para conocer dónde se había quedado y cuál debía ser contenido de la siguiente clase. La clase terminaba a la 19:30 de la tarde y a esa hora estaba yo a la puerta del aula para charlar con él. Esa clase, que había empezado a las 6 de la tarde terminó pasadas las 8. Los primeros alumnos comenzaron a salir pero Jesús no terminaba sus explicaciones. Cuando ya habían salido la mayor parte, entré al aula y me encontré a Jesús empapado en tiza y manteniendo una fiera discusión acerca de la orientación de los polarizadores y de las láminas retardadoras con un par de alumnas que se habían quedado preguntando dudas. Al terminar la consulta ya pudimos charlar Jesús y yo. Cual no fue mi asombro cuando al revisar los problemas que había hecho en esas clases suyas sólo había completado 2 de un total de 11 problemas programados. El caso es que en mi siguiente clase, al retomar el temario con estos alumnos, puede constatar que la intensidad en la resolución de ese par de problemas había despejado todas las dudas y aclarado buena parte de los conceptos que eran necesarios para superar el examen. Aquellos alumnos asistieron, privilegiadamente, a un acto docente lleno de entusiasmo y de atención a los detalles y a las dudas más básicas y a las más sofisticadas. Como siempre, Jesús se había desbordado en su entrega y los que estuvimos a su lado, alumnos y compañeros en la docencia, pudimos comprobar su generosidad.
Macadam, 1998
Durante 1998 Jesús y yo disfrutamos de una estancia post-doc en Estados Unidos. Jesús estaba en Boston y yo en Orlando. En mi opinión, uno de los aspectos más interesantes de aquella estancia es que le permitió adentrarse en otros aspectos de la física distintos al de la medida del color. Jesús se lanzó de cabeza a entender los matices y las consecuencias de los fenómenos asociados a la condensación de Bose-Einstein. Según los correos que nos intercambiamos y el par de conversaciones telefónicas que mantuvimos, disfrutó de lo lindo del frío de Boston, de su buena cerveza y de la cordialidad de la colonia extranjera que suele ser más acogedora que los nativos de un país desarrollado. Y permitaseme que, con a licencia poética del tiempo que ya ha pasado, pueda imaginar que David Macadam descansó y dejó este mundo después de comprobar que Jesús Zoido, su incansable seguidor y crítico, hubiese cambiado de línea de investigación, aparcando por un rato el estudio de la discriminación en el espacio de color por el análisis de otros problemas de óptica cuántica. Siempre recordaremos con una sonrisa cómplice la coincidencia entre la llegada de Jesús a Boston y la desaparición del padre de las elipses de Macadam.
La oposición, 2002
El día anterior a su oposición a Profesor Titular de Escuela Universitaria estuve con Jesús en su casa, revisando las transparencias y repasando la integridad de su documentación. Todo parecía en orden, pero en medio del concurso alguien se dio cuenta de que faltaban las copias del resumen del segundo ejercicio que había que entregar al tribunal preceptivamente. En ese momento el que hubiese entrado en pánico hubiese sido yo. Jesús, sin embargo, sin demasiada alarma buscó entre sus papeles y desafiando al destino se lanzó a la búsqueda de una impresora por toda la Facultad. Fue Quiroga quien pudo completar la tarea en tiempo y forma. Al día siguiente era el segundo ejercicio, para el que se había empeñado en mostrar un montaje experimental de cierto riesgo. Los componentes ópticos vinieron en su coche desde el laboratorio de la Escuela. Ni que decir tiene que al llevarlos a la Sala de Grados de la Facultad el alineamiento se había perdido. Allí estábamos, Jesús y yo, reparando el sistema cuando, antes de que el montaje estuviese listo, apareció el tribunal para comenzar el segundo ejercicio. Jesús y yo sabíamos que aquello no iba a funcionar. Yo me senté en las sillas del público, Jesús se colocó en el estrado con la insensata intención de comenzar su lección. Afortunadamente en ese momento Daniel Vázquez, secretario de aquella comisión, percibió mi desasosiego y consiguió convencer al tribunal de que era el momento de parar a comer. Tras la salida de la comisión de la sala, Jesús resopló, me miró aliviado y se puso a rematar el ajuste de aquel montaje óptico, salvado "in extremis" de una actuación prematura. Terminamos comiendo un bocadillo en el comedor de físicas y aquella tarde Jesús torció una esquina de su carrera académica y llegó merecidamente a la amplia avenida de profesores permanentes de nuestra Universidad.
Gabón, 2008
Gracias a Jesús hemos aprendido que Gabón está a un trayecto en moto. Al principio este viaje fue muy largo y aventurado. Pero poco a poco, tenazmente, Jesús se ha encargado de colocarnos África junto a él. Con el paso del tiempo Gabón se ha metido en nuestros corazones y en la geografía humana de la Escuela. Ya no se trata de un lugar remoto y repleto de tópicos sino que África se ha materializado de forma cercana e íntima. Gracias a Jesús hemos sabido de su cultura, de su arte y de su música. Jesús llegó, desde este San Blas Complutense, más lejos que nadie y se lanzó al camino hasta el corazón de África. Se fue en moto y volvió renovado de generosidad. Fue capaz de multiplicar su entrega para abarcar todo un continente y mostrarnos las claves de su cultura. Y lo hizo tan bien que su esencia se ha quedado para siempre entre nosotros.
Era el mes de Noviembre de 2008 y la Navidad estaba llamando a las puertas. Desde el mismísimo centro de Madrid, un grupo de personas entre las que se encontraba Jesús Zoido, dedicaron su tiempo y esfuerzo a traernos el ritmo y el sabor de Gabón a través de su música, su paisaje y su comida. Durante ese acto Jesús se movía de arriba a abajo de la sala para obtener el mejor encuadre para sus fotos y gracias a él pudimos comprobar el encanto y atracción de un país y de unas gentes que desde su cultura mantienen un inquebrantable anhelo de la felicidad para sus pueblos. Pero Jesús no sólo se empeño en mostrarnos esta rica variedad de África sino que dió el paso del compromiso humano. Y fruto de esta decisión hemos tenido todos la fortuna de entender mejor a África y de extender la comunidad de nuestra Escuela de Óptica a dos personas que ya son Complutenses en el sentido más intenso de la definición de una Universidad pública y plural. Ferdulis: tu hija y tu tendrán siempre en esta Escuela un lugar de encuentro en el que deseamos que os sintais bienvenidas.
In memoriam, 2010 and beyond
Jesús Zoido se ha ido pero sólo un poquito. Su concienzuda labor docente e investigadora y su inmenso valor como ser humano se ha quedado entre nosotros convirtiéndonos en albaceas de su legado, tesón y entrega. Por todo ello sólo queda por decir "Hasta la vista".

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